Jesús manifestó: “Tu ojo es como una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo está enfermo, tu cuerpo está lleno de oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea en realidad oscuridad”.
¿Qué es lo que te permites ver, y qué es lo que deberías ver? El ojo es la entrada de imágenes, el canal que lleva directamente al cerebro lo que decides enfocar con atención.
Hay cosas que podemos ver por casualidad, y que podemos desechar rápidamente. Pero en la mayor parte de los casos, te tocará escoger lo que dejas ingresar a través de tus ojos al cerebro.
Un ojo sano está disciplinado para enfocar su atención en todo aquello que alimenta de una manera positiva su mente. Recordemos también que todo lo que logra ingresar en la mente se transformará en un deseo del corazón.
La recomendación de Jesús es que, si ya eres creyente, evalúes con sinceridad si vives en luz radiante o aún hay rincones oscuros donde no dejas entrar la luminosidad del Señor.
Recuerda: El secreto está en los ojos. No te permitas ver lo que oscurece. No caigas en la soberbia de sentirte fuerte y dejar entrar lo que dañará tu mente y corazón.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Tu ojo es como una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo está enfermo, tu cuerpo está lleno de oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea en realidad oscuridad.
Si estás lleno de luz, sin rincones oscuros, entonces toda tu vida será radiante, como si un reflector te llenara con su luz”.
— Lucas 11:34-36
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