Jesús indicó: “Si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, entonces el Reino de Dios ha llegado y está entre ustedes.
Cuando un hombre fuerte está armado y protege su palacio, sus posesiones están seguras, hasta que alguien aún más fuerte lo ataca y lo vence, le quita sus armas y se lleva sus pertenencias”.
Si bien es cierto, el maligno es llamado el príncipe de este mundo, no tiene ese cargo por su mayor poder, sino porque el hombre le ha delegado el control de su vida y vemos las consecuencias nefastas.
Por esa razón vino Jesús, para deshacer las obras del maligno y hacerlo retroceder en su empeño por deteriorar a la humanidad. El trabajo del Señor no es sencillo, es meticuloso, de persona en persona, de corazón en corazón, libertando a los que están cautivos.
Lo cierto es que, cuando Jesús llega a una vida, el maligno pierde el control y huye ante la autoridad de Cristo. Por eso es incorrecta la falsa práctica de la expulsión de demonios en los creyentes. En un mismo corazón no puede habitar Cristo con Belial.
Por lo cual, ahora somos llamados “Más que vencedores”.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Sin embargo, si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, entonces el Reino de Dios ha llegado y está entre ustedes. Cuando un hombre fuerte está armado y protege su palacio, sus posesiones están seguras, hasta que alguien aún más fuerte lo ataca y lo vence, le quita sus armas y se lleva sus pertenencias”.
— Lucas 11:20-22
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