¿Por qué tengo que orar varias veces por lo mismo? ¿Y solo me queda esperar?
El Señor enseñaba a sus discípulos: “Sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando y la puerta se les abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta”.
Aquí está el cimiento de la oración responsable. No basta con orar una sola vez; hay que hacerlo muchas veces. Este primer filtro nos ayuda a determinar si nuestro pedido es serio, bien pensado o solo es una emoción pasajera.
Notemos también que, junto con pedir, hay que buscar. Esto nos desentornilla de nuestro asiento de espera, para movernos a la acción de búsqueda de posibilidades. Oramos y actuamos atentos a la dirección de Dios.
Una vez que oramos y encontramos una posibilidad de respuesta, acudimos a llamar a la puerta. Si hemos descubierto en oración la puerta de Dios, esta se abrirá y se cerrará el círculo de la voluntad perfecta del Señor para nuestra vida.
Oramos, buscamos y llamamos: Son tres verbos de acción. Ninguno promueve la negligencia.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá.
Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta”.
— Lucas 11:9-10
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