Jesús prosiguió enseñando a sus discípulos a orar, al decirles: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
El anhelo del Señor es que el reino de Dios venga a la vida de cada uno de nosotros. El primer mensaje que comunicó Jesús en este mundo fue: “El reino de Dios se ha acercado a ustedes”, refiriéndose a sí mismo.
A través de la oración, nuestra más ferviente aspiración debe ser que el reino de Dios, que Jesús mismo, tome el control de nuestro corazón, de nuestras emociones, de nuestras aspiraciones y decisiones trascendentales.
Solo así podremos cumplir con la segunda parte de este hermoso plan de vida: Que se haga la voluntad de Dios, tal como ocurre en el cielo, también en nuestro peregrinar en la tierra.
¿Esto anula nuestra propia personalidad? Definitivamente no. Cada mañana tendremos que tomar la decisión libre, voluntaria y bien pensada de asociar nuestra vida con la de Jesús.
No hay mejor consejero que el Salvador, no hay mejor inversión que fusionar nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Los resultados están garantizados, la vida abundante nos espera.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
— Lucas 11:2
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