¿Alguna vez te has sentido muy defraudado por alguien? ¿Te has encontrado usado por las personas y luego dejado de lado? Es muy lamentable decirlo, pero es porque no te amaban.
Hoy en día, las personas se movilizan agitadas en una carrera desenfrenada por lograr sus objetivos personales.
En medio de este clima de deslealtad y desamor, Jesús exclamó: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, porque no le importan las ovejas”.
Jesús se presenta como el buen pastor, aquel que estará con nosotros en todo momento para guiarnos, aconsejarnos, animarnos y restaurarnos. Nadie nos ama como Él, pues solo Él fue capaz de morir por nosotros.
Todos los demás, con buenas o regulares intenciones, no alcanzarán a satisfacer el anhelo más profundo de nuestro corazón.
No cifremos esperanzas vitales en las personas. Ellos, al igual que nosotros, son seres imperfectos, y tienden a fallar.
Coloquemos toda nuestra expectativa en Cristo. Él es el amigo fiel que nunca falla. Jamás seremos defraudados por Él, y disfrutaremos del equilibrio emocional necesario para vivir.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”.
— Juan 10:11-13
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