María estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que había concebido por obra del Espíritu Santo.
José era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública. Así que resolvió apartarse de ella en secreto.
Pero un ángel se le apareció en sueños y le dijo: “José, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Ambos, José y María, no eran personas en eminencia, pero eran personas extraordinarias en humildad y obediencia.
Ella aceptó concebir por obra del Espíritu Santo, comprometiendo su honor y pudiendo haber sido apedreada. Y él le puso por nombre Jesús, cuyo significado es “el Salvador”, arriesgándose a ser acusado de sedición por el imperio.
Ambos comprometieron su vida y reputación. Dios no se equivocó al escogerlos para este extraordinario evento.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por el poder del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
— Mateo 1:20-21
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