Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, a una virgen llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José.
Gabriel se le apareció y le indicó: “Saludos, mujer favorecida. El Señor está contigo. No tengas miedo, María, porque has hallado el favor de Dios”.
Ella había sido escogida desde el vientre de su madre para concebir y dar a luz a Jesús. El ángel se presenta ante ella y la llama “Mujer favorecida”, para mostrarle el enorme privilegio de ser parte en los planes del Señor.
Luego le indica que no tenga temor ante tamaña responsabilidad, pues tendría el favor de Dios, su provisión y protección.
Ante tan grandiosa propuesta, María acepta con humildad la invitación del Señor.
Así es como el Altísimo sigue llamando a sus escogidos: Se presenta ante ellos, les revela el enorme privilegio de haber sido elegidos, diluye sus temores, les muestra su favor y el encargo que tiene para cada uno en la tierra.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Gabriel se le apareció y dijo: “¡Saludos, mujer favorecida! ¡El Señor está contigo!”
Confusa y perturbada, María trató de pensar lo que el ángel quería decir.
“No tengas miedo, María”, le dijo el ángel, “¡porque has hallado el favor de Dios!”
— Lucas 1:28-30
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