Uno de los religiosos pidió a Jesús que viniese a su casa a comer. Y ya estando allí, llegó una mujer con un frasco de perfume.
Y, llorando, comenzó a regar con lágrimas los pies de Jesús, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
Cuando vio esto el religioso, dijo para sí: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”.
Jesús, conociendo lo que pensaba este hombre, le mostraría la inmensidad del perdón de Dios. Y volviéndose hacia la mujer, dijo al religioso: “¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas esta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
No me diste beso; mas esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con perfume mis pies”.
No importa tu pasado; no importa lo que hayas hecho o dejado de hacer. Lo que importa es qué decisiones vas a tomar a partir de hoy. Esta mujer es recordada en las Escrituras por el perdón que recibió de Jesús; jamás será recordada por su vida anterior.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama”.
— Lucas 7:46-47
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