Iba Jesús camino a Jerusalén, cuando le salieron al encuentro diez hombres leprosos. Ellos se pararon de lejos y clamaron: “Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros”.
Cuando Él los vio, les dijo: “Vayan y muéstrense a los sacerdotes”. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Lo curioso es que de los diez leprosos que fueron sanados, solo uno regresó para agradecerle. Volvió glorificando a Dios a gran voz y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias.
¿No te parece recurrente esta situación? Cuántos beneficios nos da Dios, y qué poco agradecidos somos con Él. Hasta, a veces, nos damos el lujo de quejarnos como si Dios estuviera “obligado” a bendecirnos.
Dios actúa en su infinita misericordia y se complace en darnos lo que realmente necesitamos. Seamos siempre agradecidos por todo lo que el Señor nos da.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia, gritando: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”.
Jesús los miró y dijo: “Vayan y preséntense a los sacerdotes”. Y mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra”.
— Lucas 17:11-14
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