Mientras Jesús comía en una casa, entró una mujer con un hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, preparado con esencias de nardo. Ella abrió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza del Señor.
Algunos que estaban a la mesa se indignaron diciendo: “¿Por qué desperdiciar un perfume tan costoso?” Pero Jesús respondió: “Déjenla en paz. ¿Por qué la critican por hacer algo tan bueno conmigo?”
Hay muchas formas de adorar a Dios: Lo podemos hacer con palabras, con una vida que le honre, o entregándole lo mejor que tenemos.
Esta mujer adoró al Señor con lo más preciado que tenía, un perfume carísimo, y a pesar que fue criticada, el Salvador aceptó con agrado esta forma de adorarle.
Nosotros también podemos ofrecer en adoración lo mejor que tenemos: Nuestra vida, nuestro tiempo y nuestros bienes materiales.
Puestos en las manos de Dios, será la mejor inversión que podamos hacer, y de seguro, disfrutaremos de los resultados.
La mujer del frasco de perfume quedó registrada en la mismas Escrituras, y nosotros también seremos parte de la historia del Señor en este mundo para los tiempos finales.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un hombre que había tenido lepra. Mientras comía, entró una mujer con un hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, preparado con esencias de nardo. Ella abrió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús”.
— Marcos 14:3
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