Tomaron a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote para interrogarlo. Allí se habían reunido los principales líderes religiosos. Mientras tanto, Pedro lo siguió de lejos, entró al patio y se sentó con los guardias para calentarse junto a la fogata.
Este es un caso de claro contraste: Mientras el Señor sufría de pie toda la noche agresiones verbales y físicas; en cambio, Pedro estaba sentado al calor de una fogata, espectando en silencio lo que sucedía.
Técnicamente, seguía a su Maestro, pero a una distancia que no lo comprometía con él. Estaba allí, pero de ningún modo arriesgaría su posición ni su comodidad.
Esta forma de seguir al Salvador es muy usual en nuestros días. Refleja a los cristianos nominales: Personas que profesan conocer a Jesús, pero que lo siguen a una distancia condicionada. Nunca se comprometen a negarse a sí mismos y a llevar la cruz.
Para ellos, la salvación es el beneficio, y las bendiciones son sus privilegios. Solo están para recoger y jamás para sembrar. No están dispuestos a pagar el precio por seguir a su Señor, y a la menor demanda abandonarán sus convicciones.
Por esta forma distante de seguir a Jesús, Pedro terminó llorando amargamente, caminó avergonzado por un tiempo y más adelante le pidió perdón al Salvador.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Llevaron a Jesús a la casa del sumo sacerdote, donde se habían reunido los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa. Mientras tanto, Pedro lo siguió de lejos y entró directamente al patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias para calentarse junto a la fogata”.
— Marcos 14:53-54
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