Jesús contó la siguiente historia: “Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado.
Finalmente le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, y no ha producido ni un solo higo. Córtala, solo ocupa espacio en mi jardín”.
El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante. Si el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla”.
Dios nos ha plantado como higueras en su jardín y espera recoger el fruto de su propiedad. Sería un error obsesionarnos en solo crecer y tener las más preciosas hojas verdes del huerto. Cuántas oraciones hemos invertido en crecer y embellecernos, dejando de lado el propósito principal de una higuera, que es el de dar fruto y sombra en favor de los demás.
Dios viene pronto a recoger los frutos de un carácter rendido a Jesucristo, frutos de vidas salvadas para su reino, frutos de higueras que den sombra apacible a hombres desconsolados y extenuados.
Él te ofrece un cuidado especial: Tendrá que cortar las hojas secas y brindarte mucho fertilizante en su Palabra y Espíritu, si realmente aspiras a ser una higuera fructífera.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante. Si el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla”.
— Lucas 13:8-9
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