Cuando Juan Bautista estaba en la cárcel, envió dos de sus discípulos a preguntarle a Jesús: “¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?”.
Juan Bautista, en un momento de crisis, producto del encierro y las amenazas, quiso asegurarse si había invertido su vida en la persona correcta.
Es en los momentos de adversidad y confusión en que nos tocará preguntarnos: ¿Vale la pena invertir la vida en Jesús?
Entonces, respondió el Maestro: “Vayan y háganle saber a Juan las cosas que oyen y ven. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”.
Aparentemente, esta es una larga lista de milagros, pero detrás de cada milagro había una gran crisis, había una persona que sufría, y el Señor fue la respuesta a ese sufrimiento.
Aun en medio de la adversidad, Juan Bautista y cientos de discípulos confirmaron que “vale la pena invertir la vida en Jesús”.
Los beneficios personales son inmensos; pero más aún, los beneficios en otros, la transformación de vidas y familias, verdaderamente llenan nuestros corazones y nos dan un propósito infinito.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”.
— Mateo 11:4-6
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