Jesús recomendaba: “Cuando vayan camino al juicio con el que los acusa, traten de resolver el asunto antes de llegar. De no ser así, su acusador podría arrastrarlos ante el juez, quien los entregará a un oficial, que los meterá en la cárcel.
Y, si eso sucede, no los pondrán en libertad hasta que hayan pagado el último centavo”.
Esta es una fabulosa parábola del justo juicio de Dios: El Creador es el Juez imparcial, el acusador es Satanás, y nosotros somos los que compareceremos ante el tribunal celestial.
Todo el camino al juicio es la vida que tenemos. Tiene un principio y un fin. Es el lapso que disponemos para arreglar nuestras cuentas con Dios. Algunos esperan el momento final; otros deciden con precaución allanar el camino al cielo, pidiendo perdón con antelación.
Noten también que el acusador es Satanás. Él nos invita a hacer cosas vergonzosas en secreto, para luego publicarlas traicioneramente en el tribunal de Dios. Observen, asimismo, la autoridad que él tiene para arrastrar a las personas ante el juez. Es una autoridad delegada por las mismas personas al decidir obedecerle, renunciando a la cobertura del Creador.
Si no arreglamos nuestras cuentas con Dios, seremos entregados a los ángeles, quienes nos conducirán a una muerte eterna sin retorno.
Todavía vamos camino al juicio. No esperemos el último momento. Satanás es un mal acompañante para nuestro viaje. Renuncia a su autoridad y entrégale una vez más las riendas de tu vida a Jesús, el Salvador.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Cuando vayan camino al juicio con el que los acusa, traten de resolver el asunto antes de llegar. De no ser así, su acusador podría arrastrarlos ante el juez, quien los entregará a un oficial, que los meterá en la cárcel.
Y, si eso sucede, no los pondrán en libertad hasta que hayan pagado el último centavo”.
— Lucas 12:58-59
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