Y Jesús llamó a la multitud para decirles: “Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en estos días de pecado, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”.
Nos toca vivir una época netamente secular, donde el hombre por su propio esfuerzo se abre camino y labra su futuro sin Dios.
Eso es lo normal en este tiempo. Lo extraño y minoritario es confiar en que Jesús nos acompañará siempre y que Dios suplirá todas nuestras necesidades.
Esta dependencia del Creador es considerada hoy en día por la sociedad secular como un rezago del oscurantismo ignorante y como un símbolo de debilidad.
Es el tiempo de la burla y menosprecio a lo espiritual. Nunca fue fácil proclamar a Jesús, y la gran tentación es ocultar nuestra fe por vergüenza.
Pero sufrimos el oprobio por amor, sabiendo que nuestro mensaje es poder de Dios, y puede cambiar las vidas aun de nuestros burladores.
No tomemos el menosprecio como algo personal: Se están mofando del Señor, tal como lo hicieron en los tiempos bíblicos.
No nos avergoncemos de ser portadores de la Verdad. El Dios de la historia nos demanda valentía.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en estos días de adulterio y de pecado, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”.
— Marcos 8:38
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