En un momento, Jesús dijo algo muy polémico: “¿Piensan que vine a traer paz a la tierra? No, vine a causar división entre las personas. De ahora en adelante, las familias estarán divididas, tres a mi favor y dos en mi contra, o dos a mi favor y tres en contra.
Habrá divisiones, el padre estará contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra la suegra”.
¿Qué pasó entonces? ¿No era que Jesús traía paz a la familia? Una persona de tamaña envergadura causa un severo impacto donde llega, y eso incluye nuestro hogar.
Al principio, seremos una minoría los que le reconozcamos como Señor, pero debemos saber esperar que los demás tomen su tiempo para mirarle aun desde lejos.
Siempre es una torpeza tratar de forzar a nuestros familiares para que se acerquen a Dios. Esa es labor estricta del Espíritu Santo, y con suma minuciosidad, tratará con cada uno de nuestros seres queridos hasta atraerlos con sus delicadas cuerdas de amor.
Cuando Jesús llega a un hogar, puede haber una polémica división al principio. Es lo natural, pues no está llegando cualquier persona; está llegando el Rey de Reyes en toda su Majestad. Presenciemos en oración lo que Él hará: En el tiempo de Dios, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“¿Piensan que vine a traer paz a la tierra? No, vine a causar división entre las personas. De ahora en adelante, las familias estarán divididas, tres a mi favor y dos en mi contra, o dos a mi favor y tres en contra.
Habrá divisiones, el padre estará contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra la suegra”.
— Lucas 12:51-53
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