Estando ya Jesús crucificado, los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa también se burlaban de Él, diciendo: “Salvó a otros, pero no puede salvarse a sí mismo”.
Irónicamente, estas palabras de burla describían perfectamente el propósito de Cristo en la tierra: Había venido para salvar a todos y jamás tuvo en sus planes salvarse a sí mismo.
Más bien había dicho de sí: “De cierto, de cierto les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
Jesús tenía muy claro que debía dar su vida en rescate por muchos. Por eso demandó a sus seguidores la misma actitud cuando les dijo que llevaran su cruz como símbolo de sacrificio en favor de los demás.
Allí les indicó: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26).
El llamado para todo seguidor de Jesús es sacrificial: Implica dar la vida por el Maestro, así como Él la dio por nosotros. Pero el resultado es altamente significativo: Tenemos vida abundante y la inmensa satisfacción de ver a muchos encontrando verdadera felicidad en Dios.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa también se burlaban de Jesús. “Salvó a otros—se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Que este Mesías, este Rey de Israel, baje de la cruz para que podamos verlo y creerle!”. Hasta los hombres que estaban crucificados con Jesús se burlaban de Él”.
— Marcos 15:31-32
Comparte la meditación del día con tus amigos en las redes sociales. Un mensaje oportuno puede marcar la diferencia en su camino.











Deja un comentario