Mucha gente quiere ir al cielo, pero nadie quiere morir para llegar allí. Para muchos es un misterio llegar a saber si hay vida después de la muerte.
Cada vez que nos ha tocado asistir a un velorio o a un entierro, muy en el fondo nos podemos haber preguntado: ¿Dónde estará aquella persona que partió?
Jesús, conociendo aquello que nos preocupa profundamente, afirmó: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En la casa de mi padre hay muchas moradas; si no fuera así, ya se los habría dicho.
Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se los preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté”.
Esta es la clave de nuestra seguridad y la esperanza de todo seguidor de Cristo. Podemos enfrentar las dificultades de la vida con mayor firmeza y convicción. Sigamos sirviendo al Señor y a los demás hasta el último instante en que partamos.
El Rey viene pronto para llevarnos con Él. Las moradas celestiales ya están preparadas.
Somos extranjeros y peregrinos en este mundo. Nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (Filipenses 3:20).

VERSÍCULO DEL DÍA:
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
— Juan 14:2-3
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