Reunió Jesús a sus doce discípulos, comenzó a enviarlos de dos en dos, y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos.
Les dijo que no llevaran nada para el viaje, ni comida, ni bolso, ni dinero, sino solo un bastón. Les permitió llevar sandalias, pero no una muda de ropa.
Entonces, los discípulos salieron y decían a todos que se arrepintieran de sus pecados y volvieran a Dios.
El trabajo misionero, desde el primer envío que hizo Jesús, ha sido siempre una obra de fe. Se requiere estar plenamente seguro del llamado especial de Dios y de su provisión para cumplir esta comisión.
Los discípulos eran encomendados a llevar las “Buenas nuevas” y descansar en la gracia del Altísimo. Nuestro Señor tocaría los corazones de las personas para sustentar a sus misioneros y darles alojamiento.
Por eso, todo proyecto misionero debe nacer del corazón de Dios. Cuando Él envía, nos delega su autoridad, sustenta y produce fruto.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Reunió a sus doce discípulos, comenzó a enviarlos de dos en dos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos. Les dijo que no llevaran nada para el viaje—ni comida, ni bolso de viaje, ni dinero—sino solo un bastón”.
— Marcos 6:7-8
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