Una de las cosas más delicadas que nos toca hacer en la vida es reprender a alguien cuando ha actuado mal contra nosotros.
Jesús nos muestra la mejor manera de enfrentar los conflictos al afirmar: “Miren por ustedes mismos. Si tu hermano peca contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”.
La primera recomendación que nos hace el Señor es de mirar al interior de nosotros. Por un lado, no podemos dejar que la gente nos hiera impunemente; pero también debemos tener sumo cuidado de no actuar bajo la ira o deseo de venganza.
La segunda recomendación es de evaluar si la persona pecó contra nosotros, es decir, si hizo algo injusto verdaderamente; o solo se trata de nuestra percepción subjetiva, hipersensibilidad, autoestima baja o falsas expectativas.
Tercero: El trato debe ser como hermanos. Si no hay cercanía, no habrá una apertura sincera, el clima será áspero y las barreras del orgullo echarán todo a perder.
Luego viene el acto de la reprensión: Entiéndase “reprender” como llamar la atención por amor, con el único objetivo de generar un cambio positivo en la persona.
Si se arrepiente, nos toca perdonar y dar una nueva oportunidad.
“Si alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro le hace volver, sepa que el que haga volver a un pecador de su extravío, lo salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados” (Santiago 5:19-20).

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”.
— Lucas 17:3
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