Ya casi en su despedida, Jesús les anunció a sus discípulos que serían zarandeados como a trigo. Fue entonces que Pedro indicó: “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte”.
Pedro estaba muy seguro de sus convicciones y que nunca le fallaría al Salvador; casi como nosotros, cuando estamos en períodos de tranquilidad, y no bajo presión.
Pero Jesús, que conoce nuestras debilidades, le dijo: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces”.
Lo cierto es que esto sucedió: Cuando tomaron preso al Señor, Pedro negó que lo conocía, mintió, maldijo, y terminó llorando amargamente.
Sin embargo, Jesús podía ver mucho más allá. Sabía que Pedro caería, se levantaría, y a pesar de todo, podría ser mucho más útil en el reino de Dios.
“Pero yo he rogado por ti, Pedro, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto a mí, confirma y fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:32).
Retroceder en la vida cristiana nunca es recomendable. Pero cuando sucede, nos permite comprender que el otro lado solo nos ofrece una vida vacía, llena de incertidumbres.
Muchos han cruzado esta línea, y luego han regresado como Pedro, dispuestos a dar su tiempo y su vida por la causa de Jesús.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Y Jesús le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces”.
— Lucas 22:34
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