Vivimos tiempos peligrosos. Nunca como hoy se ha visto tanta inseguridad en las calles. Y aun en las familias sucede la traición, el abuso y el desamor.
Jesús se refirió a estos tiempos, indicando: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.
La maldad, en todas sus formas, se ha desplegado en el mundo. Causa consternación al inicio, pero luego, al repetirse una y otra vez, comienza a instalarse en la humanidad. Pronto se vuelve normal y hasta puede llegar a tener respaldo legal.
Es entonces, cuando comienza a minar los valores fundamentales, entre ellos el amor.
El mundo se va transformando en un témpano de hielo, las familias se dividen para dar paso al individualismo. La autorrealización egoísta crea lobos solitarios, hambrientos de éxito, capaces de pasar aun por encima de sus seres queridos para lograr sus metas.
Es en estos tiempos de oscuridad que Jesús nos ha delegado mantener encendida la llama de su amor. La iglesia es el último bastión desde donde se proclama el amor de Dios por la humanidad. Pero un día nos iremos y la destrucción será inevitable.
“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio” (2 Tesalonicenses 2:7).

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.
— Mateo 24:12
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