Jesús llamaba la atención de los religiosos, diciéndoles: “Qué aflicción les espera, fariseos, pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes”.
En aquellos tiempos, los devotos eran muy escrupulosos para cumplir el más mínimo detalle en sus instituciones. Era una carrera por ganar el aplauso y admiración de los demás. Eso es muy humano y muy atractivo.
Definitivamente, lo externo determinaba el grado de devoción de una persona. Los trajes eran grandes y pomposos, y no dejaban ver lo que había al interior del corazón.
Con la llegada de Jesús apareció una nueva forma de medir la espiritualidad. Ahora sería más importante practicar una vida justa y amorosa antes, durante y después de cada evento congregacional. Ya no tenemos que impresionar a los hombres; ahora podemos disfrutar de la aprobación de Dios en la intimidad.
Enfócate en ser una persona justa y amorosa en tu hogar, en tu comunidad, en tu centro de labores. De esa manera, el brillo que puedas irradiar en la Iglesia será solo el reflejo de lo que sucedió toda la semana en tu intimidad con Dios.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Qué aflicción les espera, fariseos, pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes”.
— Lucas 11:42
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