Faltaban dos días para la Pascua. Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa seguían buscando una oportunidad para capturar a Jesús en secreto y matarlo.
Pero decían: “No durante la celebración de la Pascua. No sea que la gente cause disturbios”.
¿Qué les parece esta doble moral? “Hay que asesinar al Hijo de Dios, pero a la vez hay que respetar la festividad de Dios”. ¡Qué cosa más incongruente e irracional!
Este es el extremo de la incoherencia, que revela con toda claridad el corazón partido del hombre.
Los religiosos se caracterizan por guardar con sumo cuidado las festividades dedicadas a Dios, sin que esto afecte la actitud de sus corazones. Por eso no tenían ningún problema en planear matar a alguien, en este caso a Jesús.
También les es muy fácil dejar de lado la opinión de Dios, para darle suma importancia al cálculo político, a su propia conveniencia y a la reacción de los demás a su favor.
Cuando buscamos agradar a Dios, nos alejamos automáticamente de la doble moral religiosa. Ya no nos angustia mantener las apariencias porque nuestro Padre Celestial comienza a trabajar al interior del corazón.
Restamos toda importancia a mantener una posición, status o poder egoísta cuando comprendemos que es más importante complacer a Dios antes que a los hombres.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Faltaban dos días para la Pascua y el Festival de los Panes sin Levadura. Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa seguían buscando una oportunidad para capturar a Jesús en secreto y matarlo. “Pero no durante la celebración de la Pascua—acordaron—, no sea que la gente cause disturbios”.
— Marcos 14:1-2
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