Una de las virtudes que Jesús nos ha enseñado, es a tener misericordia de los demás. La misericordia es sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda.
Dios ve con agrado al hombre y a la mujer misericordiosos, aquellos que actúan en privado, por el simple hecho de ayudar, sin esperar nada a cambio.
Jesús lo dijo con estas palabras: “Cuídense de hacer sus obras de justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos”.
Lo que quiso decir es que ayudemos a los demás por amor, de una manera discreta. No necesitamos contarle a otras personas lo que hacemos. La mayor satisfacción es ver el rostro sonriente de aquella persona a la cual hemos auxiliado en un momento de necesidad.
Tal vez, esa persona buscó a Dios para expresarle su necesidad, y nosotros somos la respuesta y el instrumento que Dios utilizará para mostrarle su gran misericordia.
Jesús terminó diciendo: “Que tu ayuda sea en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa”.
— Mateo 6:1
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