Jesús estaba en una casa y llamó a sus discípulos para decirles: “Quien quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el servidor de todos los demás”.
Él estaba cambiando un paradigma que tal vez llega hasta nuestros tiempos: Toda persona en el fondo desea ser bien atendida y reconocida.
Por esta razón, elegimos y desechamos estar en grupos o situaciones que nos agradan o incomodan. Si somos honestos, a todos nos gustaría estar en un lugar donde nos atiendan y nos hagan sentir bien.
Jesús, sabiendo esta necesidad del hombre, mostró a sus discípulos que hay un placer mucho más grande que ser servido por los demás: El placer de servir y hacer pasar a otros por un gran momento.
El amor de Dios nos mueve a darnos a nosotros mismos, a provocar paz, satisfacción y hasta una sonrisa en las personas. Servir a la gente es una manera de dar a conocer a Jesucristo de un modo palpable y contundente.
Es por eso que el Señor desafió a sus discípulos a ser los “Número uno” al estilo de Dios. No hay mayor satisfacción que servir a los demás, pues mayor es el que sirve.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Jesús se sentó y llamó a los doce discípulos y dijo: “Quien quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el servidor de todos los demás”.
— Marcos 9:35
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