Jesús visitó la casa de Marta y María. Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena; mientras que María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas.
Ambas estaban haciendo algo para el Señor, pero sus prioridades eran diferentes. De pronto, Marta explotó: “Maestro, ¿No te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme”.
Y el Señor respondió: “Mi apreciada Marta, estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles. Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará”.
Marta estaba sirviendo al Señor con excelencia. De seguro la gran cena iba a ser impactante y la presentación de los platos iba a generar la admiración de Jesús. Nadie podría decir que Marta no amaba al señor.
Sin embargo, el orden de prioridades del Maestro tenía una ligera variación. María descubrió la mejor parte: Estar primero en la presencia del Señor, aprender sus enseñanzas con hambre y sed de Dios, para luego servirle con un fundamento inamovible.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“El Señor le dijo: Mi apreciada Marta, estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles. Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará”.
— Lucas 10:41-42
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