Estaba Jesús en una barca con sus discípulos y pronto se desató una tormenta feroz. Olas violentas entraban en la barca y empezó a llenarse de agua.
El Señor estaba dormido, y los discípulos lo despertaron: “Maestro, ¿No te importa que nos ahoguemos?”
Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: “Silencio, cálmense”. De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.
Los discípulos dijeron: “¿Quién es este hombre, que hasta el viento y las olas le obedecen?”
Jesús mostró su naturaleza divina al hablar directamente a los elementos de la creación y modificar su accionar.
Por eso es válido orar a Dios ante el peligro inminente de un fenómeno natural y rogar por la disminución de su intensidad o por protección divina.
También es un buen momento para pedir perdón, pues muchos desórdenes climáticos actuales son ocasionados por la contaminación directa del hombre.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: “¡Silencio! ¡Cálmense!”. De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma. Luego él les preguntó: “¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?”
Los discípulos estaban completamente aterrados. “¿Quién es este hombre?”, se preguntaban unos a otros. “¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!”
— Marcos 4:39-41
Comparte la meditación del día con tus amigos en las redes sociales. Un mensaje oportuno puede marcar la diferencia en su camino.











Deja un comentario