Cuando Jesús hablaba del corazón, no se refería al músculo hueco y piramidal, que bombea la sangre a todo el cuerpo.
Él se refería al corazón como el asiento de las actitudes, emociones e inteligencia.
Para el Señor, lo que había en el corazón del hombre, influía totalmente en su forma de pensar y actuar.
Por esta razón, advirtió: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Lo determinante es, entonces, cuidar lo que ingresa a nuestro corazón, porque esto va a influir fuertemente en nuestra manera de pensar, hablar y actuar.
Seamos selectivos en lo que consumimos con nuestros ojos y oídos, pues esto direcciona lo que queremos llegar a ser.
Y recuerda: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

VERSÍCULO DEL DÍA:
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
— Lucas 6:45
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