Siempre escuchamos que Dios nos ama, y esa es una verdad incuestionable. Pero, ¿Cuánto amamos nosotros a Dios y a su hijo Jesús?
Sabemos que amar no es solo cuestión de sentimientos. Implica tener en cuenta a la otra persona en nuestra mente, y requiere invertir tiempo en cultivar una relación cada vez más profunda.
Jesús fue muy enfático cuando afirmó: “Si me aman, guarden mis mandamientos. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.
De tal modo que el amor a Dios se traduce en obediencia. Y yendo un poco más allá: Nadie podrá obedecer a Dios si no conoce qué es lo que Él quiere para nosotros. La única manera de conocer su voluntad es leyendo esa preciosa carta de amor, que es su Palabra.
Amar a Dios es obedecerle, pero solo llegaremos a obedecerle de corazón por amor, conociéndole más.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”
— Juan 14:21
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