Cada vez que Jesús caminaba por las calles, la multitud apretaba al Maestro.
Un día, una mujer que padecía de flujo de sangre, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante fue sanada.
En ese momento, Jesús se detuvo y dijo: ¿Quién es el que me ha tocado?
Sus discípulos se sorprendieron. Toda la multitud le apretaba y oprimía. ¿Cómo era posible que hiciese esa pregunta?
Pero Jesús dijo: “Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”.
Entonces, cuando la mujer se vio descubierta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le mostró cuánto creía en Él y cómo había sido sanada.
En ese instante, Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”.
Mucha gente busca a Jesús. Todos tienen diferentes motivaciones. Pero Él, que conoce los corazones, es galardonador de los que le buscan de verdad.
Dios nos sigue diciendo: “Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón” (Jeremías 29:12-13).

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”.
— Lucas 8:46-48
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