Vino a Jesús un hombre desesperado. Su hijo tenía un espíritu mudo, el cual lo sacudía con violencia. Y el Señor le dijo: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
Hay una relación directa entre el poder de Dios y la fe del creyente. Al Creador le ha placido manifestar su poder sobre la vida de personas que ponen toda su confianza en Él.
Jesús también dijo: “Si tienen fe como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: Muévete de aquí para allá y se moverá. Para ustedes nada será imposible” (Mateo 17:20).
Sin embargo, el hombre de nuestra historia fue muy sincero con Jesús y le respondió: “Yo creo, Señor, pero ayuda a mi incredulidad”. Su clamor conmovió el corazón del Salvador, y en ese día su hijo fue liberado.
Este hombre reconoció que su fe era muy pequeña y tuvo la valentía de confesarlo ante el Señor. Pidió ayuda y sembró aun su poca fe en Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.
Sea cual sea la dificultad que estemos atravesando, tomemos en cuenta 4 factores:
1.- No hay nada imposible para Dios.
2.- Hagamos crecer nuestra fe leyendo Su Palabra.
3.- Ajustemos nuestra petición a la voluntad del Señor.
4.- Y pongamos toda nuestra confianza en Él.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”.
— Marcos 9:23-24
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