Jesús compartió una historia: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: Derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe y regocíjate”.
La historia de este hombre rico revela la manera de pensar de nuestra sociedad.
Para este hombre, la solución a su exceso de frutos era ampliar sus graneros. Para otros, la solución a su exceso de ropa es comprarse un armario más grande. Y para algunos, la solución a su exceso de víveres es devorar todo antes que se malogre.
Lo cierto es que Dios nunca nos da de más; nos brinda exactamente lo que necesitamos. El Señor no nos provee de frutos que se estropeen, de ropa que se llene de moho, de alimentos excesivos que nos enfermen.
Dios es tan bueno, que suple nuestra necesidad y nos da la brillante oportunidad de compartir con otros. Somos bendecidos para bendecir. Recibimos de la misericordia de Dios para ser misericordiosos con otros.
Mira a tu alrededor y cambia el escenario de dolor por una sonrisa.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”.
— Lucas 12:16-19
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