Jesús estaba frente al gobernador Pilato, y era costumbre poner en libertad a un preso cada año, durante la celebración de la pascua.
Uno de los presos en ese tiempo era Barrabás, un revolucionario que había cometido un asesinato durante un levantamiento.
Cuando Pilato preguntó a la multitud a quién soltar, ellos prefirieron a Barrabás antes que a Jesús.
Una mala conciencia había motivado la más grande injusticia en la historia de la humanidad. Era imposible para ellos soportar el amor del Salvador y tanta bondad en medio de tiempos tan duros. Era mejor eliminarlo y liberar al asesino Barrabás.
Nunca serían tan buenos como Jesús, pero sí podrían sentirse mejores al compararse con un asesino suelto en las calles. Por eso la gente sigue descartando al Señor, pues sienten que no son tan malos como otros.
Así funciona la conciencia en el ser humano cuando vive sin Dios: Tendemos a hacer trizas al que es bueno, para sentirnos mejor; y preferimos compararnos con los que están fuera de la ley, pensando que así lograremos validar nuestra existencia ante el Creador.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Así que el gobernador volvió a preguntar: ¿A cuál de estos dos quieren que les deje en libertad?
¡A Barrabás! contestó la multitud a gritos.
Entonces, ¿Qué hago con Jesús, llamado el Mesías? preguntó Pilato.
¡Crucifícalo! Le contestaron a gritos”.
— Mateo 27:21-22
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