Vino Jesús a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí, entretanto que voy allí y oro”.
Y tomando a tres de ellos, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera, diciendo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte”.
Aquí encontramos a Jesús afligido en el Monte Getsemaní. La palabra “Getsemaní” significa “Prensa de aceite”, y nos recuerda el lugar donde se comprimía el olivo para que destile su preciado óleo.
El aceite de olivo servía como combustible para las lámparas, como medicamento, como jabón de aseo personal, como elemento para la unción de reyes y sacerdotes, y como ingrediente en la elaboración de alimentos.
Allí, en el Monte Getsemaní, Jesús confirmó su decisión de ser comprimido como el olivo en la cruz del Calvario.
Hoy en día, su precioso aceite, el Espíritu Santo, llena nuestras lámparas, nos sana de toda dolencia, limpia nuestras vidas, nos unge para servirle, y nos alimenta con su Palabra.
Reconozcamos todos estos beneficios y apropiémonos de ellos con gratitud. Vivamos vidas fieles a Aquel que lo dio todo en la cruz, sopesando antes el costo en el Monte Getsemaní.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.
— Mateo 26:37-38
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