Jesús dijo a sus discípulos: “La verdad es que los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz al lidiar con el mundo que los rodea.

Aquí está la lección: Usen sus recursos para beneficiar a otros y para hacer amigos. Entonces, cuando esas posesiones se acaben, ellos les darán la bienvenida a un hogar eterno”.

El Señor impulsaba a sus discípulos a enfrentar al mundo sin temor, a compartir relaciones laborales y amicales con una firme seguridad, sabiendo que somos portadores de la verdad y la luz.

Nunca propuso replegarnos a un círculo religioso apocado, escondidos en pánico, torpes en roce social a todo nivel. Al contrario: Nos alienta a usar una parte responsable de nuestros recursos en crear ambientes adecuados para compartir y escuchar a las personas.

Los grandes y pequeños negocios en el mundo se forjan en relajantes almuerzos y cenas, entablando relaciones amicales y de confianza. Cuánto más, si hablamos de los negocios de Dios.

Reserva tiempo y recursos con responsabilidad para salir y disfrutar valorables momentos con las personas. Se trata de escuchar primero, comprender su visión del mundo, y responder a sus necesidades con el amor y la luz del Señor.