Estaba un hombre ciego, sentado junto al camino, pidiendo limosnas. Y Jesús pasaba por allí con toda una multitud que lo seguía.
El ciego se dio cuenta que pasaba el Nazareno, comenzó a dar voces y a decir: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí”.
Entonces, Jesús, le mandó llamar y le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?”.
¡Qué pregunta más extraña! ¿Qué es lo que necesita un ciego? Pero, en realidad, Jesús quería enseñarle a este hombre a diferenciar entre lo urgente y lo trascendental.
Para este hombre ciego, lo urgente era pedir limosnas porque así suplía su necesidad de supervivencia. Cuando pasaba un hombre, le pedía lo urgente.
Pero, se dio cuenta que pasaba el Salvador. Y era el momento de pedir lo trascendental. Se dirigió a Jesús y le dijo: “Maestro, quiero recobrar la vista”.
Y Jesús le dijo: “Ve en paz, tu fe te ha salvado”. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
Cada mañana nos tocará acercarnos al Señor y responder a la misma pregunta: “¿Qué quieres que te haga?”. Lo urgente tiene que ver con las premuras del día; lo trascendental abarca el carácter, los grandes desafíos y los negocios de Dios.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino”.
— Marcos 10:50-52
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