¿Cuál es el grado de influencia que tienes en este mundo? ¿Eres consiente que tu presencia como seguidor de Jesús puede inclinar la balanza para bien en toda situación?
Jesús afirmó al respecto: “La sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿Cómo la harán salada de nuevo?
La sal sin sabor no sirve ni para la tierra ni para el abono. Se tira. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!”
El Señor impulsó a sus seguidores a que sean la sal de este mundo. La sal, básicamente, tiene dos funciones: Dar sabor y evitar la corrupción.
Hay creyentes que solo se han quedado en la salvación. Han tomado un largo respiro luego de su encuentro con Cristo y se han mantenido en una pausa permanente por años. No hay crecimiento espiritual, no hay grandes retos por cumplir; solo son salvos.
Dios nos invita a sacudirnos del letargo, avanzar intencionalmente hacia una mejor comunión con Él y asumir el rol histórico que nos ha confiado.
Somos llamados a ser la sal de este mundo. Representamos la única posibilidad que tiene la humanidad de encontrarle sabor a la vida y evitar su corrupción y desintegración.
El reto es grande; no podía ser menos, proviniendo de un Dios grande.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“La sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿Cómo la harán salada de nuevo? La sal sin sabor no sirve ni para la tierra ni para el abono. Se tira. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!”
— Lucas 14:34-35
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