Jesús fue a la casa de Pedro, donde encontró a la suegra muy enferma, con mucha fiebre. “Por favor, sánala”, le suplicaron todos.
De pie junto a su cama, Jesús reprendió a la fiebre y la fiebre se fue de la mujer. Ella se levantó de inmediato y les preparó una comida.
El Señor había llegado a tiempo a atender la crisis familiar. Lo asombroso es que Jesús va y reprende a la enfermedad, haciendo que esta salga del cuerpo de la mujer. La gente fue conociendo la autoridad que Él tenía aun en medio de la crisis.
Etimológicamente, una crisis es un cambio profundo y de consecuencias importantes, inicialmente una situación mala o difícil.
Emocionalmente, una crisis es un tiempo de desgaste, alto estrés y profunda tristeza.
Pero, espiritualmente, una crisis es una oportunidad para acercarnos más a Dios, incrementar nuestra fe y presenciar con expectativa el obrar poderoso del Señor.
Así ocurrió con la suegra de Pedro. La mujer totalmente sana se levantó y con gratitud comenzó a servir al Maestro.
Nosotros también podemos mirar atrás y recordar de cuántas crisis nos ha librado el Señor. ¿Por qué no levantarnos y servirle igualmente con gratitud?

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Después de salir de la sinagoga ese día, Jesús fue a la casa de Simón, donde encontró a la suegra de Simón muy enferma, con mucha fiebre. “Por favor, sánala”, le suplicaron todos. De pie junto a su cama, Jesús reprendió a la fiebre y la fiebre se fue de la mujer. Ella se levantó de inmediato y les preparó una comida”.
— Lucas 4:38-39
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