Jesús, hablando sobre la vida más allá de la muerte, afirmaba: “Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Por lo tanto, Él es Dios de los que están vivos, no de los muertos”.
Con estas palabras, Jesús estaba demostrando que Dios nos espera para una vida en la eternidad.
Aquí en la tierra nos hallamos en un período de aprendizaje, donde tomamos decisiones que van a trascender hasta el cielo.
En esta etapa decidimos si aceptamos a Jesús como nuestro Salvador personal. Con ello se define nuestro acceso a la presencia de Dios para siempre.
Asimismo, tenemos la oportunidad de conocer más al Creador a través del estudio de su Palabra. Además, aquí aprendemos a adorar al Altísimo como lo haremos en la eternidad.
Son solo 70, 80 o 90 años para tomar buenas decisiones e influir positivamente en los demás. Luego llegaremos a la patria celestial y viviremos para siempre con Dios.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, ¿Nunca han leído acerca de esto en los escritos de Moisés, en la historia de la zarza ardiente? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Por lo tanto, Él es Dios de los que están vivos, no de los muertos. Ustedes han cometido un grave error”.
— Marcos 12:26-27
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