Uno de sus discípulos le dijo a Jesús: “Señor, enséñanos a orar”. Y él les dijo: “Cuando oren, digan, Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino”.
Cuando le llamamos “Padre nuestro”, estamos reconociendo su cercanía, familiaridad, ternura y protección sobre nosotros.
Al afirmar “Que estás en los cielos”, declaramos su grandeza, y desde nuestra pequeñez le ofrecemos un profundo respeto y admiración total.
Cuando decimos “Santificado sea tu nombre”, estamos anhelando que el nombre de Dios sea reconocido por todos. La gente va a reconocer el nombre de Dios por la manera en que nosotros, sus hijos, lo reflejamos.
Y, finalmente, al decir: “Venga tu reino”, estamos expresando nuestro deseo que el reino de Dios venga sobre nuestras vidas, ordene nuestros caminos y podamos disfrutar de su paz.
Tres frases de una gran riqueza, que pueden llevarnos a profundizar una amistad genuina con Dios.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino”.
— Mateo 6:9-10
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