Jesús contó esta preciosa historia: “Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: “He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿Para qué inutiliza también la tierra?”
Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.
Esta historia nos muestra a un Dios dador de nuevas oportunidades.
Nosotros somos higueras plantadas en su viña. Hay temporadas en que no damos fruto. Pero, el Dios de las nuevas oportunidades cava alrededor nuestro, nos separa para Él, y allí nos alimenta con todo su amor.
Cuando cava alrededor nuestro, podremos sentir que nuestro radio de acción es sacudido. De pronto, las cosas no resultarán como habíamos planificado. Un sentimiento de incertidumbre y pesar nos embargará. Ya empezó el accionar del Espíritu Santo.
Nos vamos quedando con menos gente alrededor, y es entonces que volvemos a levantar la mirada al cielo: Ahora Dios ya tiene toda nuestra atención y nos ha separado para Él.
Estamos listos para ser alimentados, pastoreados y desafiados. Nunca más se dirá de nosotros: “Higueras sin fruto”.

VERSÍCULO DEL DÍA:
“Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.
— Lucas 13:8-9
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